miércoles, 26 de noviembre de 2008

Un lugar llamado Chungui

Debo confesar que cuando leí los testimonios de la Comisión de la Verdad, y escuché las declaraciones de los comisionados, un lugar que siempre me llamó la atención fue Chungui. Fue una de las zonas más arrasadas por el terrorismo, y también el narcotráfico. Los testimonios ahí recogidos son terribles. Sin embargo, no pensé en convertir esa zona en un territorio novelístico sino hasta que supe su traducción al castellano "Oreja de perro", llena de resonancias. Un pueblo donde podría pasar una película de David Lynch, pensé. Ese nombre me sedujo de inmediato y de ahí que decidí usarlo como ubicación de mi novela y parte del título. Para quienes no conocen la geografía del país, el nombre "Oreja de perro" les parece una invención genial, sorprendente. Pero ese lugar existe. Aquí, por ejemplo, aparece una página web digamos turística, de un chunguino Moner Lizana Huamán , que incluye el testimonio de un ex-soldado que estuvo en el lugar.



Corneteros en Chungui. Foto: moner lizana

Durante el proceso de escritura de la novela, muchas veces pensé en ir a Oreja de Perro y ver el lugar in situ, a lo Vargas Llosa. Pero lo cierto es que eso hubiera impedido escribir la novela tal como la tenía planeada. No soy un "narrador topográfico" y creo que, en la literatura como en la vida, los espacios físicos son estados mentales, objetos de los que nos apropiamos queriéndolo o sin querer. Así que preferí imaginarme Oreja de Perro y escribir la novela sin mayores datos que los que mi propia ficción exigía. Y, desde luego, me cuidé de poner una advertencia al principio de la novela en la que explicito:

Oreja de perro es el nombre con que se conoce a una zona ubicada en La Mar (Ayacucho) que incluye varios caseríos, algunos de ellos de muy difícil acceso. Aunque, lamentablemente, la zona fue en efecto muy golpeada por el terrorismo en la década de los años 80 todos los datos sobre la zona, los lugares mencionados y los personajes que aparecen en esta novela son ficticios.

Sin embargo, ahora un grupo de amigos me está animando a ir a Chungui como una experiencia extraña, una aventura. Y me digo ¿Por qué no? Puede ser interesante hacer el proceso inverso. Siempre y cuando, obvio, consiga antes el maravilloso e indispensable sorochepill.

Acta del Jurado del Premio Herralde 2008

El jurado compuesto por Salvador Clotas, Juan Cueto, Luis Magrinyà, Enrique Vila-Matas y el editor Jorge Herralde seleccionó las siguientes 5 novelas de las 244 presentadas al Premio Herralde de Novela, convocado por Editorial Anagrama y dotado con 18.000 euros:

Bajo este sol tremendo, de Carlos Busqued, Argentina

Casi nunca, de G.D. Fanance (pseudónimo), México

Temporada de caza para el león negro, de Tryno Maldonado, México

Asuntos propios, de José Morella, España

El hombre invisible, de Suraki Rathan (pseudónimo), Perú


Pasaron a la deliberación final las dos siguientes:

Casi nunca, de G.D. Fanance (pseudónimo), México

El hombre invisible, de Suraki Rathan (pseudónimo), Perú

Resultó ganadora, por unanimidad, Casi nunca de Daniel Sada (presentado bajo el pseudónimo de G.D. Fanance), México, y finalista Un lugar llamado Oreja de Perro de Iván Thays (presentado bajo el pseudónimo de Suraki Rathan y el título El hombre invisible) de Perú.

Una apuesta para el futuro: El jurado quiere resaltar también la alta calidad literaria de las otras tres obras seleccionadas, de autores de edad inferior a los 40 años, muy poco conocidos, y que se han presentado con su primera o segunda novela. Es decir, Bajo este sol tremendo, de Carlos Busqued (Argentina, 1970), Temporada de caza para el león negro, de Tryno Maldonado (México, 1977), y Asuntos propios, de José Morella (España, 1972). Tenemos la satisfacción de anunciarles que se publicarán en Anagrama en el mes de febrero de 2009.

leer el acta del jurado en la página web de Anagrama

martes, 25 de noviembre de 2008

Introducción: Palabras de agradecimiento

Este blogger, en el hotel Condes de Barcelona, el día de la premiación. Foto: María Teresa Slanzi.


Un reconocimiento literario, cualquiera que sea éste (incluso uno tan prestigioso como ser finalista del premio Herralde o, como subraya con precisión enciclopédica un comentarista anónimo del blog "Puente Aéreo" : "ser el primero de los perdedores"), es solo un motivo para que los amigos y los familiares celebren. No significa nada más: ni el comienzo de una brillante carrera ni el pináculo de otra. No voy a mentir que para mí regresar a la literatura después de 8 años de ausencia con un libro en España, y en una editorial como Anagrama, significa una simpática patadita en el culo a todos los anónimos que desde hace años sentenciaron mi muerte literaria y que me han calificado en blogs-basura de cuarentón fracasado (recién hace 15 días cumplí los 40), casi calvo, mediocre, recurseador literario y estafador de talleristas, dedicado a bloggear y no a escribir, etc. etc. Pero sobre todo, significa estrechar en un enormísimo abrazo a todos los amigos que jamás perdieron la fe en mí como escritor, y siempre insisitieron en que yo debía seguir luchando por terminar esa novela que me estaba costando demasiado corregir porque implicaba demasiadas cosas personales (aunque no es autobiográfica, felizmente). Publicar en España, en un sello que admiro como Anagrama y en una situación beneficiosa como la de ser finalista, es un privilegio. Pero lo realmente importante es que el libro existe, que un largo proceso de interiorización ha terminado y que se cierra un ciclo donde he aprendido mucho sobre mí aún contra mí mismo. Les dejo aquí las palabras que leí en la ceremonia de premiación, le mando un fuerte abrazo a todos los amigos recientes y antiguos que me acompañaron en Barcelona durante estos días intensos, y espero que pronto puedan leer la novela y juzgarla según su criterio, sus prejuicios y sus gustos, mientras yo corrijo en mi casa, viendo a mi hijo jugar con su WII, mi nueva novela, que a diferencia de la anterior me salió de un tirón y me entusiasma mucho cómo quedó la primera versión. Eso es todo.


Quiero empezar diciendo que me siento muy orgulloso de haber quedado finalista en el premio Herralde, que tanto significa para la literatura en nuestra lengua, un año tan exigente como éste donde el ganador es un escritor de la experiencia y el talento de Daniel Sada y donde se publicará, además, por primera vez, los tres libros que llegaron la penúltima deliberación y que pertenece a autores muy jóvenes de Argentina, España y México. Eso habla mejor que nada de la alta calidad de la cosecha de este año. Mi novela Un lugar llamado Oreja de perro tiene una premisa muy simple, pero al mismo tiempo muy ambiciosa y compleja. Un hombre pierde a su hijo de cinco años y unos meses más tarde es abandonado por su esposa. ¿Qué pasa entonces? No sabe qué hacer, se queda detenido en la inacción, en el instante, se califica a sí mismo como un hombre invisible. Paralelamente, es enviado como periodista a una zona muy alejada de la sierra peruana, una de las zonas más endurecidas y arrasadas por la violencia de los años 80, llamada Oreja de perro. Me gusta el nombre del lugar, que existe de verdad y que ciertamente ha sido uno de los más golpeados durante los años del terrorismo. Los hombres incapaces de actuar tienen una sensibilidad distinta, escuchan con un oído más fino, son más perceptivos a lo que pasa alrededor de ellos, como si tuviesen el oído de un perro. Y así de perceptivo es el personaje de mi novela, que transcurre durante 48 horas en Perú pero en un espacio más parecido al territorio silencioso y denso de una película de David Lynch antes que a una descripción antropológica o topográfica de un lugar geográfico específico. Lo que pretendía es que fuese una novela que implicase a todos. Es decir, supongamos que explota una bomba en Paseo de Gracia: ¿Qué hacen uds? ¿Corren a donar sangre o se queda mirando por TV lo que está sucediendo? La mujer que aman descubre descubre, de pronto, que ha dejado de amarlos o nunca los amó ¿Qué hacen entonces? ¿Se colocan entre ella y la puerta para evitar que se vaya? ¿Le escriben miles de emails para convencerla de que regrese? ¿Se arrojan a sus pies? O simplemente la dejan irse y empiezan a afinar su oreja de perro para tratar de entender el mundo pero sin participar de él directamente. En esa disyuntiva vive mi personaje, que un lector amigo ha comparado con el protagonista de Blow Up, una de mis películas favoritas. Su hijo pequeño ha muerto, su mujer se va, y él se la pasa mirando TV y películas en DVD deseando tener amnesia para olvidar todo lo que lo hace sufrir. Pero al mismo tiempo, el país entero le dice que recuerde las muertes ocurridas, que enfrentar la verdad y no olvidar nuestros muestros es el único medio de comprender, aceptar y reconciliarse con la realidad. ¿Qué puede hacer él de pie entre esas dos líneas que se cruzan? Mi novela intenta responder esa pregunta. Es un libro que "trata sobre mí mismo y sobre todo lo demás", como diría el adolescente protagonista de mi novela La disciplina de la vanidad. Yo creo que todos los libros tratan, al fin y al cabo, de eso mismo. Escribir esta novela me costó ocho años de vida. Pero al final aprendí algo, o mucho. Aprendí, por ejemplo, que todos vivimos en algún momento, tarde o temprano, en un lugar llamado Oreja de perro.

A los amigos peruanos, les comento una buena noticia: Océano, la distribuidora de Anagrama en Lima, hará una edición en Perú que aparecerá muy pronto, casi simultáneamente con España, y el preció será según el standard de un libro editado en el país. Ya les informaré después cómo van las cosas en ese sentido y los invitaré a la presentación.